CASARABONELA ( Málaga )
Casarabonela desafía con su intrépida actitud a las leyes de la naturaleza y a las del equilibrio. Su osada belleza siempre cautivó el corazón de los poetas y anda ya muy versada en halagos y carantoñas. Como un gran copo de nieve se precipita hacia el abismo en vertical entre las altaneras cumbres de la Sierra de Alcaparacín, eslabón último de la Cordillera Penibética por el poniente. ¡ No es de extrañar que en clave de humor surrealista reciba el apodo de la Suiza malagueña. Su laberíntico casco urbano encierra todo el sabor de los pueblos andaluces de casta, escrupulosamente encalado hasta las tejas, repleto de flores y engalanado con azulejos. El juego de las alturas invita a un lúdico paseo entre sus pintureras calles llenas de vericuetos, como la de la fuente del Piojo, Consejo, Mesones...; es curioso que en muchas casas el primer piso reposa por debajo de la línea de la calle y es necesario entrar por el segundo. Las hornacinas , tan profusamente floreadas que apenas dejan ver la imagen que albergan son habituales en la mayor parte de las fachadas. Puertas adentro se esconden lozanos patios inundados de luz y de macetas. En su entrañable arrabal parece que el tiempo se ha detenido y es fácil sentirse tranportado a otras épocas en la atemporalidad que reina en sus bellos rincones. En la casa que ocupa el número 2 de lo que antes se conocía como calle de Calvo Sotelo, perviven en sus cuadras vestigios ibéricos. Los restos de su castillo, antaño palacio veraniego de los sibaritas reyes de Granada, dominan su descoyuntado entramado desde la cumbre rocosa de Sierra Prieta. A su altura se eleva con garbo la blanca torre de la iglesia parroquial, levantada sobre los cimientos de una mezquita en el siglo XVIII. La peculiar sonoridad del tañido de sus campanas es reconocida en toda la comarca y da a su iglesia personalidad propia. De planta basilical, se nos muestra enlosada de mármol y guarda como un tesoro una espléndida colección de objetos de culto de plata de los siglos XVI, XVII y XVIII. La ermita de la Vera Cruz mantiene su antigua estructura exterior, embelleciendo el conjunto con su torre de espadaña y su arco mudéjar. Desde sus dos plazas solariegas se contempla la voluptuosidad de su vega, e incluso el mar y la capital si se agudiza la vista y el tiempo acompaña.
Se supone que nació como una ciudad romana bajo el nombre de Castra Vinaria o Castillo del Vino, teoría confirmada por los restos de una antigua calzada que ha llegado hasta nosotros.
Los árabes la bautizaron con el entrañable nombre de Casa Bonaira, y a pesar de no hallarse sobre un cerro como era de ley en los asentamientos militares o defensivos de la época, defendió con uñas y dientes su plaza y plantó cara al avance del fiel. Ante su feroz resistencia frente a la expansión cristiana, el propio Fernando el Católico llegó a decir: "Cuando los moros de Casarabonela vinieren a darme obediencia entonces haré yo lo que ellos quieran". La frase denota el poder de negociación que ponía en juego este pueblo en todo el proceso de capitulación, por lo que recibirá de sus coetáneos el apodo de "morisco". Casarabonela no lo tomará a mal porque este calificativo le otorga un matiz de rebeldía y distinción con respecto al resto de sus vecinos. La villa y sus casi dos mil quinientos habitantes se asientan en el pequeño valle que traza el Turón, río que de mil amores se presta a la pesca para el disfrute de sus parroquianos, que tienen peces a siete kilómetros del pueblo. La caza menor y mayor es también abundante en su intrincada orografía, recoleto paraiso donde brotan numerosos manantiales de aguas sulfurosas con propiedades curativas que suministran la materia prima a sus dos plantas embotelladoras. Con un sabio aprovechamiento de las aguas de los afluentes del Guadalhorca que heredó de sus antepasados moros, es dueña de una fértil campiña donde crecen frutales, olivos y almendras, aunque los limoneros y los naranjales ganan terreno a pasos agigantados sobre su paisaje agrícola. Las tierras de secano están tomadas por la viña y el olivar, mientras el monte se destina a pastos o pinar maderable. Del 28 al 31 de julio celebra festejos en honor de su patrón, Santiago Apóstol, aunque sus fiestas más singulares tienen lugar al despuntar mayo con sus típicas veladillas. Los vecinos se congregan en torno a las hornacinas medievales de la villa para interpretar cantes y bailes que inundan de rumores sus hermosas calles. Desde la lejanía, Casarabonela deja una estela en su detenida caida por Sierra Prieta que ilumina la Hoya de Málaga.
Se supone que nació como una ciudad romana bajo el nombre de Castra Vinaria o Castillo del Vino, teoría confirmada por los restos de una antigua calzada que ha llegado hasta nosotros.
Los árabes la bautizaron con el entrañable nombre de Casa Bonaira, y a pesar de no hallarse sobre un cerro como era de ley en los asentamientos militares o defensivos de la época, defendió con uñas y dientes su plaza y plantó cara al avance del fiel. Ante su feroz resistencia frente a la expansión cristiana, el propio Fernando el Católico llegó a decir: "Cuando los moros de Casarabonela vinieren a darme obediencia entonces haré yo lo que ellos quieran". La frase denota el poder de negociación que ponía en juego este pueblo en todo el proceso de capitulación, por lo que recibirá de sus coetáneos el apodo de "morisco". Casarabonela no lo tomará a mal porque este calificativo le otorga un matiz de rebeldía y distinción con respecto al resto de sus vecinos. La villa y sus casi dos mil quinientos habitantes se asientan en el pequeño valle que traza el Turón, río que de mil amores se presta a la pesca para el disfrute de sus parroquianos, que tienen peces a siete kilómetros del pueblo. La caza menor y mayor es también abundante en su intrincada orografía, recoleto paraiso donde brotan numerosos manantiales de aguas sulfurosas con propiedades curativas que suministran la materia prima a sus dos plantas embotelladoras. Con un sabio aprovechamiento de las aguas de los afluentes del Guadalhorca que heredó de sus antepasados moros, es dueña de una fértil campiña donde crecen frutales, olivos y almendras, aunque los limoneros y los naranjales ganan terreno a pasos agigantados sobre su paisaje agrícola. Las tierras de secano están tomadas por la viña y el olivar, mientras el monte se destina a pastos o pinar maderable. Del 28 al 31 de julio celebra festejos en honor de su patrón, Santiago Apóstol, aunque sus fiestas más singulares tienen lugar al despuntar mayo con sus típicas veladillas. Los vecinos se congregan en torno a las hornacinas medievales de la villa para interpretar cantes y bailes que inundan de rumores sus hermosas calles. Desde la lejanía, Casarabonela deja una estela en su detenida caida por Sierra Prieta que ilumina la Hoya de Málaga.
ARCO ENTRADA AL PUEBLO |
FUENTE CASARABONELA |
EL PUEBLO EN EL CORAZÓN |
EMBUTIDOS TIPICOS DE CASARABONELA |
PUERTA IGLESIA |
CASARABONELA |
NACIMIENTO DE AGUA EN CASARABONELA |
ATARDECER EN CASARABONELA |
LLEGADA A CASARABONELA |
AYUNTAMIENTO CASARABONELA |
PLANTACION DE CACTUS CASARABONELA |
IGLESIA CASARABONELA |
FIESTA DE LOS RONDELES EN CASARABONELA |
CASARABONELA |
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