EXCITANTE HISTORIA DE LOS AFRODISÍACOS
La palabra afrodisíaco proviene de Afrodita, la diosa griega de la belleza, el amor y el sexo.
Su nacimiento es uno de los más curiosos de la mitología griega: Cronos cortó los genitales de su padre, Urano, y los lanzó al mar; al caer, comenzaron a formar espuma y de ésta nació Afrodita ya adulta.
Se utiliza el término afrodisíaco para denominar todo aquello que potencia la estimulación sexual, ya sea comida, fragancia u objeto. Los afrodisíacos pueden incrementar la líbido, aumentar la potencia sexual o bien intensificar el placer.
Todas las parejas deben estimular constantemente su relación erótica a través del juego amoroso con el fin de despertar la líbido y mejorar su unión, y los afrodisíacos se presentan como una excelente arma para lograrlo.
La asociación de los afrodisiacos principalmente con la comida se debe a que gula y lujuria son dos pecados que siempre han ido de la mano; los alimentos que se ingieren proporcionan la energía que el cuerpo humano necesita para desempeñar correctamente todas sus funciones, y la sexual es una de las que más energía precisa. Algunos alimentos tienen una estructura química parecida a la de las hormonas sexuales producidas por el organismo y, al ingerirlos, se "engaña" al cuerpo, que reacciona excitándose sexualmente; otros poseen elementos que favorecen el buen funcionamiento de los órganos sexuales; y un tercer grupo estimula el sistema nervioso central actuando como desencadenante secundario de la excitación y, en algunos casos, mejoran la circulación sanguínea, lo que revierte en un mejor funcionamiento del órgano de Jacobson o vomeronasal, el encargado de captar las feromonas de los demás y de conducirlas al hipotálamo para iniciar el proceso de excitación y atracción sexual.
El poder de los afrodisiacos se conoce desde antiguo y el listado de ingredientes potenciadores de la líbido ha perdurado durante siglos. Aunque sus efectos no están contrastados científicamente, es cierto que a un gran número de personas les ha dado resultado.
Su utilización no solo surte efecto al ingerirlos, sino que la elección de los más adecuados y su preparación ayudan a alimentar la fantasía y favorecen su éxito.
Las primeras referencias a los afrodisiacos se remontan a papiros egipcios de los años 2200 y 1700 a. C., e incluso el Antiguo Testamento habla de ellos. Todas las culturas se han preocupado desde siempre de buscar alimentos que potencien la capacidad sexual y, a la vez, seduzcan a la pareja; así, no es difícil rastrearlos en los libros de amor de la India, en obras de la Antigua Grecia o en recetas árabes.
Los primeros afrodisiacos eran plantas o alimentos de forma similar a los genitales o que tenían un olor parecido. Más adelante se creyó que todo alimento nuevo, proveniente de lugares exóticos, poseía una fuerte carga erótica.
En la Edad Media, sobre todo, la lista de afrodisiacos se llenó de elementos que parecían sacados de un tratado de brujería: cuerno de rinoceronte y ciervo, pezuñas de macho cabrío, grasa o hígado de tigre, hormigas negras, sangre de serpiente, ámbar gris (obtenido de las ballenas), cantaridina (sustancia altamente peligrosa procedente de la maceración del escarabajo llamado mosca española), mandrágora, etc.
A partir del Renacimiento el conocimiento científico empieza a adquirir relevancia y se comienza a aclarar la supuesta veracidad de las creencias populares, aunque poco se ha estudiado el efecto de los afrodisiacos, puesto que el sexo durante muchos siglos fue un tema tabú para la ciencia. Además, es muy difícil medir todo lo relacionado con la psicología afectiva de los humanos, así que la ciencia se ha centrado en el estudio de las sustancias nocivas de un gran número de ingredientes considerados afrodisiacos, para evitar la intoxicación y la muerte de quienes las consumen; éste es el caso de la mandrágora o la cantaridina.
UN BESO
AFRODITA, LA DIOSA GRIEGA DEL AMOR, EL SEXO Y LA BELLEZA |
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